Escribe: Víctor Omar Mendoza Rodríguez
Recuerdo que el año 1956, luego de aprobar los exámenes de
- Madurez Mental - así se denominó a
dichas pruebas, ingresé al Colegio Nacional San Juan, entonces cobijado en el
seno de la Gran Unidad Escolar San Juan, conocida hoy como GUE José Faustino
Sánchez Carrión. Durante el periodo fue director de la GUE el doctor Mario
Revoredo Raynafarje, un maestro de calidad.
En aquella época el auxiliar era el actor más importante
para cultivar la disciplina en el colegio, y como símbolo cito con respeto a “coche
bravo”; este apodo nada tenía que ver con el don de gentes y calidad humana de
la persona. Aquel fue un hombre digno y honorable, que supo cultivar valores
morales en los educandos. Cómo quisiéramos que existieran muchos como él. El
personaje fue respetable y querido por varias generaciones, pues, según
relataba venía desde el antiguo local de Independencia. También recuerdo a “pietro”
(tenor) que hacía las insignias con el logo del colegio que lucimos
con orgullo en la camisa color kaki. A otro le decían “ñaño” y al final de la
jornada terminó ilustrándonos el significado del término “ñaño”. Pregunten a quienes
lo conocieron. El colegio cultivó la disciplina con un departamento de conducta
a cargo del doctor Méndez Chincha. El respeto de la persona humana a todo
nivel fue una constante.
La calidad docente en la década del sesenta, y concretamente
de 1956-1960 puedo afirmar sin temor a equivócame fue extraordinaria. Los
profesores, reales maestros en toda la dimensión del término fueron ejemplo de
trabajo y superación, no recuerdo una sola huelga durante los cinco años, y sólo
a modo ilustrativo con las disculpas de quienes no cito por olvido reflejo en
esta nota hago memoria de los siguientes: El poeta Francisco Xandoval, Horacio
Alva, Adolfo Alva, Antonio Samanamud, “checho” Condemarin, Alfredo Valdivieso,
“chueco” Reyes, Aníbal Talavera, Culquichicón, Oswaldo Rodríguez, el cura
Herrera, el cura Calderón, “pájaro loco” Herrera, Marco Peñaranda, Burga, “loco”
Lavalle, Lorenzo Santillán, Humberto Lezeta, el gran Teófilo Álvarez, y otros
no menos valiosos que no hago memoria. Entonces, se vislumbraba la figura de
Teodoro Rivero Ayllón, quien hasta hoy brilla con luz propia dando conocimiento
por el mundo plasmada en valiosa obra intelectual consagrada en libros que
todos debemos leer. Para los políticos de hoy, hombres de esta talla no son
importantes, más parecen valorar el vil metal que sirve para saciar la vorágine
consumista del mundo neoliberal, y para eso sólo basta dinero sin importar el
origen. En defecto prima la filiación política partidaria.
No puedo dejar de recordar a mis compañeros de promoción, amigos
presentes y otros que partieron. Todos bebimos del conocimiento de grandes
maestros. Aquí se cumple el dicho que dice: Sería saludable que
colegios emblemáticos renovados fortalecieran su organización mediante una
reingeniería a fondo y a todo nivel; no basta infraestructura física equipada
con tecnología de última generación, sino renovamos la calidad técnica y
profesional de los maestros, no en función de títulos o cartones que existen en
el mercado por doquier; sino por capacidad y experiencia probada. Abundancia no
es calidad. Así por ejemplo, el gran bate César Abraham Vallejo Mendoza no poseyó
título de doctor expedido por la universidad; pero hasta hoy ningún doctor o PHD,
logra superarlo.
Feliz día del Campesino y del inmortal Cusco, feliz día de
San Juan.
Trujillo, 24 de junio de 2013